Hace dos meses realicé una residencia como artista cerámica. El destino fue Japón, en concreto la localidad de Seto, ciudad que alberga uno de los seis hornos cerámicos más antiguos del país. Esta vez os escribo en primera persona para contar esta experiencia irrepetible.
Qué tiene Seto de especial para la historia de la cerámica
La ciudad de Seto se encuentra en la Prefectura de Aichi, al oeste de Tokio y a 20 kilómetros de Nagoya, la tercera ciudad más grande de Japón.
Posee uno de los seis hornos de leña más antiguos. De ahí su transcendencia en el «mapa» cerámico nipón.
Está rodeada de colinas y de ellas se extrae un barro de gran calidad rico en sílice y materias primas básicas para la producción de vidrio, lo que hace que esta ciudad sea cuna de ceramistas y artistas del vidrio.
El origen de su cerámica, conocida con el nombre de «Setomono» («things made in Seto»), se remonta al siglo XIV. Durante el período Edo (s XVII-XIX), la industria cerámica de Seto tuvo su época dorada, especialmente por la creación de objetos utilitarios y piezas decorativas de pequeño formato.
Hay dos esmaltes tradicionales y originales de Seto, Oribe y Kiseto. El esmalte Oribe es de color verdoso, rico en cobre, un delicado verde botella cristalino. El esmalte kiseto, por otro lado, es de color mostaza, rico en hierro y en minerales de la zona.
Mi debilidad por el esmalte Shino no se vería compensada esta vez, más típico del área de Gifu. Pero no me pude resistir y compré un precioso chawan con esmalte Kiseto.
Los fines de semana la ciudad re nace con turistas que llegan para comprar cerámica, principalmente. Y también como pude apreciar, para probar las fabulosas brochetas de col a la parrilla que se cocinan en un pequeño puesto de comida muy cerca del templo Sintoísta de la ciudad.
En una de sus principales calles comerciales se puede encontrar desde té recién tostado, hasta telas de kimonos a buen precio, tiendas de muebles, una heladería donde ofrecen un espectacular helado de té verde, un taller de sombreros hechos a mano, una cafetería donde disfrutar con la compañía de numerosos gatos o una bonita tienda de cerámica donde adquirir piezas. Cabe decir que en Seto hay más tiendas de cerámica que panaderías.
El estudio, el material y la aventura de crear en Japón
Durante cuarenta días (una cuarentena maravillosa) estuve desarrollando obra artística para una exposición que tendrá lugar en febrero del próximo año en el Seto City Art Museum. El museo está dirigido por la Seto City Art Foundation, que es quien coordina y asigna las residencias artísticas.
Pasaba mis días en el Centro de Cerámica y Vidrio de la ciudad creando obra y compartiendo tiempo con otros artistas locales, recién licenciados por la Universidad de Cerámica de Seto. Una formación de cuatro año que se complementa con dos años de trabajo en un estudio oficial.
Mi idea desde el primer momento fue trabajar con porcelana. Todos los barros se producen y hacen en Seto, con sus materias primas procedentes del maravilloso «Seto Canon», que aunque no pude visitarlo ya que su entrada está restringida por motivos de preservación, dicen que es una gran laguna blanquísima rodeada por una laguna blanca con alto contenido en Sílice y dos minerales que son los que hacen que su barro sea tan especial: el Gairome, rico en cuarzo, y el Kibushi, rico en sustancias orgánicas como la madera. Típico de esta ciudad es un gres especialmente blanco y chamotado.
Finalmente me decanté por porcelana New Bonne China debido a su color y translucidez. Aunque todo hay que decir, quizá no fue la mejor elección ya que posee un alto índice de deformación y yo iba a trabajar porcelana de papel y piezas combinadas con textil.
No obstante, las cosas salieron bien. Para entender un poco más este material, visité Noritake, una de las firmas de porcelana más importantes de Japón, cuya antigua fábrica y ahora museo se en encuentra en Nagoya.
También emplean este tipo de porcelana en piezas complejas, esculturas y composiciones de figuras que por su fino grosor y tamaño, sin duda se deformarían mucho. Para evitarlo, cuecen la porcelana a 1200 grados, sin esmaltar y con soportes en las zonas más delicadas.
El esmalte se pone después, a una temperatura de 1080 grados, aplicado con pistola y previamente calentada, para facilitar su adherencia. Al recibir esmalte después de su maduración, la pieza se deforma menos.
Descubrir Japón en una inmersión cerámica completa: Setomono Festival
En mi período de residencia tuve la suerte de disfrutar del Setomono Festival, el mercado más importante de cerámica de la ciudad. Se celebra una vez al año, el segundo fin de semana de septiembre. Durante dos días, la ciudad se llena de gente que viene de todas partes de Japón. Muchos extranjeros aprovechan también este mercado para visitar Seto. Para que os hagáis una idea, de la noche a la mañana Seto pasó de ser una ciudad tranquila con poca gente a parecer Benidorm.
Durante estos días la enorme calle que atraviesa el río se llena de puestos de cerámica de todo tipo y materiales. Además, las tiendas de la ciudad ofrecen precios especiales. Hay eventos de arte en locales, exposiciones, fiestas en los restaurantes, puestos de comida y la gran atracción del año: modelado de dos esculturas de gran formato en directo, realizado por el artista local Mr. Kametani Masayoshi junto a sus ayudantes. Y este año también una servidora, que decidió unirse a la acción.
La escena representa a Kato Tamakichi recibiendo la ayuda del monje Tenchu Osho, del templo Tokoji en Amakusa. Kato Tamakichi es una de las figuras históricas más importantes de Seto. Procedente de una familia de ceramistas, en 1804 decidió viajar a Kyushu, en la región de Amakusa, una de las zonas más avanzadas en producción de porcelana. Quería aprender de los mejores y refinar sus conocimientos de la porcelana así como de la decoración con cobalto. A su vuelta, transmitió todo lo aprendido a los ceramistas de Seto, por lo que se le considera el «pionero de la porcelana» en su ciudad. Y cada año, este festival le dedica un homenaje.
Sin duda la obra que pude ver estos días era de gran calidad, en su mayor medida, obra en porcelana.
Lo que realmente me gustó percibir es que la gente que venía a ver y comprar esta cerámica valoraba mucho el trabajo que hay detrás y el material.
Mi obra, pequeños descubrimientos y desastres con final feliz
Durante este tiempo de residencia, desarrollé mi trabajo mezclando porcelana y textil para crear estructuras y texturas. También impartí un taller donde enseñaba a hacer y decorar papel de porcelana. Pasé dos semanas investigando la receta óptima para esto último, ya que con su porcelana, todo cambiaba. Al taller asistieron 15 personas, entre niños y adultos, y fue sin duda uno de los momentos más bonitos de toda la residencia. Compartir y enseñar cerámica, entre el inglés y el japonés. Pero el idioma no era en este momento una barrera. La cerámica nos unía.
Utilicé dos tipos de porcelana para mi trabajo: la mencionada New Bonne China y una porcelana local llamada PS4. Para realizar el papel de porcelana tuve que cambiar la fórmula original, variar también la temperatura y la proporción de celulosa y de porcelana en polvo, porque al principio las pruebas se fundían en el horno. Finalmente obtuve una buena receta de papel de porcelana que podrán utilizar allí. En términos de plasticidad, color, blancura y transparencia, la combinación de ambas porcelanas me dio los resultados que buscaba.
Durante los cuarenta días de estancia en el Centro de Cerámica y Vidrio de Seto he creado alrededor de 10 obras de arte inspiradas en las criaturas del mar. La textura que estoy usando recientemente en mi trabajo evoca, en parte, la apariencia del arrecife de coral. Como si se tratara de un «Jardín en el mar», he creado un entorno de animales marinos imaginarios, bajo el título de «Unique Species». Jarrones de coral, rocas marinas que emulan el cuerpo del cangrejo, medusas y flores, muchas flores.
La flor que me ha inspirado es la Camelia japonesa (Tsubaki), en honor a Seto, ya que es la flor de la ciudad. Tsubakis delicados que acompañan a mis criaturas únicas en este particular jardín marino.
A dos días de volver a España todavía quedaba una última cocción de lustres por hacer. Ya lo había testado previamente y todo parecía bajo control. Sin embargo las prisas siempre van en contra del ceramista. Por falta de hornos, tuve que usar el horno del estudio de vidrio que ya me informaron, a veces «fallaba». Además, el poco tiempo de secado hizo que mis medusas, las obras principales, salieran mal. Las pequeñas tsubakis de mis piezas parecían tener lepra. El lustre de las flores se caía a cachos.
La cabeza en estos casos se pone especialmente creativa. Recordé que hacía tres años había aprendido a hacer kintsugi en España con la restauradora japonesa Mio Heki. El urushi, la resina que se usa para unir las piezas, es muy resistente y adherente y aplicado en capas muy finas, tiene además un bonito color. Está fue la solución. Empleando conocimientos de la técnica del kintsugi, utilicé un urushi artificial hecho con pasta de anacardo (allí es más común, ya que el autentico es difícil de manipular porque produce alergia), mezclado con polvo de oro y de plata auténticos. ¡Conseguí salvar mis medusas!
En febrero y durante un mes todas estas obras formarán parte de una exposición conjunta con mi compañera de residencia artística, la pintora Masako Ando. Ella realizaba por primera vez su obra en cerámica durante esta residencia.
Mi especial agradecimiento a ella, por su compañerismo, a Sujung Bae, coordinadora de esta residencia por su gran disponibilidad y buen humor y al Mr Hattori, director del Seto City Art Museum.
Japón es un país único, su gente y por supuesto, su cerámica. Repleto de contrastes y muy atractivo para el ciudadano occidental. Siento que una parte de mí se ha quedado allí. Japón me espera….¡volveré!
Enlaces de Interés:
https://deborah-abizanda.es/
http://www.seto-marutto.info/en/
http://www.seto-cul.jp/program.html
https://www.setoyakishinkokyokai.jp/
http://www.resartis.org/