Nos fijamos en el trabajo de la ceramista y pintora sueca María Kristofersson. Su trabajo se divide prácticamente al 50% entre ilustración y cerámica, con un toque pictórico en líneas y formas, siempre con predominio de los colores claros, tierras, blancos y negros. Su cerámica espontánea nos ha cautivado.
Maria Kristofersson es una artista de cerámica, pero su perspectiva en la construcción de piezas es la de un pintor y dibujante. Sus obras pueden describirse como dibujos tridimensionales, en los que la textura de la superficie, las líneas y las sombras son cruciales.
Su trabajo tiene una paleta de colores restringida, incluyendo blanco, negro y terracota. Delicado y frágil, todavía rústico y claro. Formas conocidas, como cajas y cilindros, son la línea de base para estas superficies sensibles, donde la función de las formas está subordinado al diseño de la pieza.
Son así grandes obras de arte con funcionalidad. Su colección de tazas, cajas, platos o bandejas con flores, en colores cobalto, son de una delicadeza extrema, recordando a las vajillas inglesas de antaño, pero con un toque naif y fresco, como si la forma estuviera modelada por un niño.
Otras piezas de decoración, como los relojes y los espejos, recuerdan a la estética de Tim Burton, o a los muebles de una casa de muñecas. Son objetos con vida, y meramente pictóricos, en los que destacan las líneas.
Maria Kristofersson reside y trabaja en Gotemburgo, Suecia. Después de estudiar en la escuela de pintura Hovedskous, hizo un Master de Cerámica en la Academia de Artes y Oficios (HDK) en Gotemburgo.
Ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas en Suecia, Japón, Noruega y el Reino Unido. Está representada en el Museo Röhsska y ha realizado varias comisiones públicas.
Tiene varias exposiciones a la vista, entre ellas tres programadas para 2018, en la Galería Saatchi de Londres, en New Craftsman Gallery St Ives en Reino Unido y en la Galería Konsthantverkarna de Estocolmo.