Entrar en el Taller de Cerámica AlBarro es como hacer un viaje a Japón sin moverte de Madrid. La joya de la corona es un horno tipo Anagama de 200 piezas que ha creado el propio Álvaro. Rascando y observando, sus piezas emanan el calor de los hornos de leña. Cada elemento, cada viruta de ceniza, cada forma torneada, son el reflejo de su amor por la cerámica del Imperio del Sol Naciente.
Ha conseguido contagiarnos de su pasión. Aquí os lo contamos.
Los hornos Anagama son un tipo de horno de origen chino que comenzaron a construirse en Japón a partir en el siglo V, y es donde realmente se han desarrollado plenamente. Se trata de hornos de una sola cámara, formada por la propia tierra, que se caracterizan por no tener separación entre la zona de combustión y la de cocción de las piezas. La pendiente del terreno también influye en la cocción y generalmente se utilizan para que sean las propias trazas del fuego y las cenizas las que esmalten por si mismas la piezas.
En marzo de 2018 Álvaro terminó de hacer este horno, con ayuda de su amigo Chema. Para cocer en él usa 1 tonelada de madera, generalmente de eucalipto o de chopo. La cocción dura un día entero y suele utilizarlo cada mes y medio.
«Es parecido a un horno Anagama en funcionamiento, pero adaptado, ya que cuece más rápido», explica.
¿Cómo surgió la idea de construir un horno de estas características?
La «culpa» fue de este horno enorme (nos cuenta señalando uno de los hornos eléctricos que tiene en su taller). Tiene un metro cúbico de capacidad y antes era eléctrico, ahora lo he convertido en un horno de gas. Era muy costoso mantenerlo y yo quería reducir los costes de electricidad. Así fue como decidí convertir mis hornos eléctricos en hornos de gas.
«No entiendo por qué se han dejado de utilizar. El gas se puede usar en el entorno de un hogar, es seguro. Además estos hornos se pueden automatizar».
En cuanto a este horno tipo Anagama, lo construí porque quería investigar sobre esmaltes. Hoy estoy centrado en hacer esmaltes de cenizas.
¿En qué cosiste una cocción en un horno como el que has construido?
En mi caso, siempre cuezo las piezas completamente desnudas, sin esmalte. Se esmaltan por la propia cocción, la unión entre el barro y la ceniza, por su reacción.
Suelo utilizar cenizas de sauce, cenizas de árboles frutales o cenizas de pino y cuezo a una temperatura de entre 1320 y 1340 grados (cono 12).
Aparte de la ceniza propia que se genera en el horno, durante la cocción Álvaro añade cenizas a través de la apertura frontal.
El resultado son piezas diferentes, no son estables, siempre cambian, explica el ceramista. Por ejemplo, la colocación de las piezas en el horno es muy importante. Dependiendo de la forma de la pieza, ocurren cosas sorpredentes durante la cocción.
Es muy interesante además ver cómo sus soportes, al igual que en la cerámica tradicional japonesa, a menudo son conchas, que dejan la huella de su forma al cocerse y antes de desaparecer.
¿Por qué decidiste dedicarte a la cerámica?
Hice algo de escultura primero pero la cerámica comenzó a interesarme a raíz de estar trabajando como aprendiz con Manolo, de EKA. Escuela Cerámica de Algete.
Comencé a imitar los esmaltes que utilizaban los antiguos alfareros. Después pasé a investigar esmaltes en alta temperatura. Luego, comencé con los esmaltes hechos solo con arcillas y cenizas. Y finalmente dejé de esmaltar.
Una persona muy importante en su trayectoria cerámica es su amigo y ceramista José María Gil (Chema). De hecho le ha puesto su nombre a su horno.
Da clases en la Universidad Autónoma de Madrid, en la oferta cerámica del centro, y es un ceramista que lleva años en la profesión, haciendo principalmente cerámica «de calle».
¿Qué pastas sueles utilizar?
Utilizo gres, pastas muy chamotadas. Suelo añadir al barro arena de sílice y moloquita. En los barros más claros la moloquita aparece como pequeños puntos brillantes.
¿Qué significa para ti cocer en hornos de leña o de gas?
Pienso que cocer en horno eléctrico desvincula mucho a los ceramistas de su trabajo. Por ejemplo, no saben de qué color es el fuego mientras cuece, algo que te da mucha información. Es muy útil poder controlar la cocción, se trata de un aprendizaje más empírico.
El mejor pirómetro es poder ver el color del fuego.
Cuéntanos, ¿quiénes son tus clientes?
Vendo principalmente en la tienda Tado, en el Barrio de las Letras, en Madrid.
Prácticamente vendo el 60% de lo que hago.
También realizo piezas para restaurantes.
Ahora además me están saliendo bastantes clientes a través de Instagram: https://www.instagram.com/albarrotallerdeceramica
La mayoría de los clientes buenos que tengo son gente joven. En general, noto que va aumentando la clientela.
Álvaro explica que su forma de trabajo da como resultado siempre piezas únicas, que no puede repetir, y es algo que sus clientes tienen que valorar. Es más, en muchos casos eso es lo que buscan.
«Hay cosas que no puedo escoger, por ejemplo no puedo hacer dos piezas iguales, por mi forma de trabajo. Y esto los clientes lo tienen que entender. De hecho es algo que les gusta y buscan en mis piezas esa característica de ser únicas».
«Son clientes que quieren tener algo, hecho por alguien que conocen, para ellos es muy especial, es maravilloso», añade. Y es parte de su filosofía de trabajo.
Sabemos que también das clases aquí, en tu taller.
Sí doy algunas clases, generalmente a gente que viene de otros talleres y quieren perfeccionar su trabajo en el torno, entre 6 y 8 alumnos al mismo tiempo. Siempre cobro por horas y busco compromiso. Por esta razón, cobro aparte las hornadas, para que los alumnos entiendan el valor de una cocción. También les involucro en la carga de los hornos.
Son muy buenos alumnos que me ayudan mucho en mi profesión.
Háblanos de ese proyecto tan interesante que tienes a la vista
Quiero construir otro horno Anagama mucho más grande, comenzaré en enero de 2020. Voy a lanzar un Crowfounding para ello.
Quiero que tenga aproximadamente 4,5 metros y medio de largo. Los construiré con mi amigo Chema y voy a alquilar el 30 o 40% del horno a 5 personas máximo para que lo llenen con sus piezas esa parte del horno, a cambio de una cuota, de lo que cueste cocer ese volumen.
Busco gente que se comprometa con las cocciones para que entiendan el valor de una hornada. Que carguen el horno y estén durante la cocción.
«Probablemente será el primer horno que se haya construido en España, de cocciones compartidas», explica Álvaro.
A día de hoy no conocemos ningún otro espacio o taller cerámico que haya realizado esto, y que lo comparta con otras personas del sector.
Álvaro nos cuenta que aunque no es fácil vender cerámica cocida en horno de leña, sigue teniendo su público en Alemania y también en Japón. Aunque muchos procesos se están industrializando.
En octubre Álvaro Villamañán organiza una exposición al aire libre en casa de sus abuelos, muy cerca de su taller de Madrid.
Vale la pena pasar, ver su obra, y sin duda visitar su taller. Un lugar inesperado camino de Fuente El Saz de Jarama, donde tiene incluso gallinas japonesas traídas de Holanda. Y dos precisos gatos que se confunden entre los ladrillos del horno y las cubetas de barro.
Gracias Álvaro por hacernos partícipes de tu visión de la cerámica y de tu pasión por conocer y entender la función y el lenguaje del fuego.
¡Nos veremos pronto!